Lo que identifica fundamentalmente a un buen terapeuta recae en la relación terapeuta – paciente.
El objetivo primordial de las terapias es alcanzar un avance personal en el paciente, que éste logre adquirir nuevos hábitos que le ayuden a aprender a superar por sí mismo los conflictos que le han llevado a terapia. Partimos de la base de que el motivo por el que un paciente llega a terapia es porque tiene un conflicto.
Generalmente, ese no es el motivo principal. El paciente, efectivamente tiene un problema pero, lo que le hace acudir a terapia es que no es capaz de solucionarlo por sí mismo o no puede detectar muy bien cual es. En cómo el sujeto pide ayuda y en cómo aprende a resolver sus problemas está el punto nodal del proceso terapéutico.
El terapeuta requiere de un uso de sí mismo para transmitir técnicas útiles y orientadas para que el paciente aprenda a resolver sus conflictos.
En síntesis, una buena psicoterapia es crear un proceso, ponerlo en marcha, transcurre con una actitud, por parte del terapeuta, neutral, de atención,de respeto, capacidad de escucha, no invasión, no manipulación, no gratificar los impulsos,conectarse con la emoción, nunca por ningun motivo pasar la linea del encuentro terapéutico, entender que el paciente no es nuestro amigo y nunca lo será,hay que cuidar la alianza terapeutica y trabajar juntos en el crecimiento personal del paciente, respetar sus valores y creencias, buscar lo bueno y lo mejor para esa persona que esta frente a nosotros y que es única e irrepetible.
Si tenemos las herramientas para reconocer y expresar asertivamente lo que nos sucede probablemente, no necesitaremos psicoterapia, en cambio, si nos cuesta evaluarnos y expresarnos probablemente esto nos derive a un sinfín de problemas con nosotros mismos y con nuestro entorno.
Laura Maffia
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