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Hematofobia



 Hematofobia también conocido como hemafobia o hemofobia, es un trastorno psicológico caracterizado por temor exagerado o irracional de ver sangre.

Quienes tienen fobia a la sangre presentan un intenso miedo y  evitación de situaciones en las que se pueda estar en contacto, tanto directo como indirecto, con sangre, inyecciones o heridas. 

Es muy frecuente en niños, donde se sitúa el inicio de la fobia, y puede ser muy incapacitante de cara a pruebas médicas necesarias para la salud y su prevención.


Los síntomas más comunes de la hematofobia son:


mareos

excesiva sudoración

temblores de las articulaciones

náuseas

molestias estomacales

sensación de nerviosismo


Esta fobia a la sangre es algo diferente respecto al resto de las fobias, la diferencia se basa en una respuesta del cuerpo ante la sangre, en la que este produce una respuesta BIFÁSICA. 


 Primera fase. Al igual que en las demás fobias se produce un incremento de la presión arterial y frecuencia cardíaca. También sudoración, nerviosismo, etc.

Segunda fase. Se produce una rápida caída de la presión sanguínea y de la frecuencia cardíaca, acompañado de la sensación de desfallecer, de frío y palidez, lo que frecuentemente va seguido del desmayo.


CAUSAS:


A veces, la hemofobia tiene sus orígenes en una experiencia de la vida real, y puede generar miedo a inyecciones o miedo a desmayarse. En estos casos, la experiencia traumática desencadena una sobresensibilización a la sangre.


El trauma puede incluir fuentes secundarias de exposición, tales como:


escuchar una historia traumática de alguien

 ver una película con contenido atemorizante

ver imágenes sangrientas

En otros casos, puede no haber ninguna fuente o experiencia causante del trauma, pero el paciente podría reaccionar violentamente cuando se expone a la visión de sangre.



TRATAMIENTO:


Los tratamientos de hemofobia incluyen un gran número de terapias psicológicas diversas centradas en torno a la desensibilización gradual de las fobias del paciente.

Es importante someterse a una desensibilización bajo supervisión de un profesional médico, pues los intentos caseros para exponerse a sangre suelen traumatizar aún más al paciente, aumentando así su fobia.

Otros tratamientos incluyen medicamentos contra la ansiedad, los cuales se toman antes de los procedimientos médicos que pudieran exponer sangre.


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