Alquien le dijo a un Sufi:
– Enséñame a rezar.
El Sufi dijo:
– No sólo estás ya rezando, sino que una parte de tu mensaje está constantamente ocupada en la oración.
El hombre respondió:
– No te comprendo, porque he sido incapaz de rezarle a Dios durante muchos meses, por una razón u otra.
El Sufi le dijo:
– Tú dijiste: “Enséñame a rezar”, no mencionaste a Dios
La oración en la que has estado ocupado durante todo este tiempo es oración hacia tus vecinos, porque constantamente te preocupa lo que puedan pensar de ti. Es oración permanente a un ídolo de dinero, porque eso es lo que quieres. Es también una oración hacia una imagen de seguridad y otra de abundancia. Cuando tienes tantos dioses y tanta oración como una parte permanente de tu ser, ¿acaso es sorprendiente que no haya sitio para otra clase de oración?
cuento Sufi del libro “El buscador de la verdad” de Idries Shah.
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