Nasrudin se cayo de una escalera y se hizo mucho daño.
A pesar de los emplastos y de las pociones, el dolor le hacía sufrir terriblemente. Sus amigos fueron a consolarlo:
– ¡Hubiera podido ser mucho peor! – dijo uno.
– Después de todo, no te has roto nada – dijo otro.
– Pronto te repondrás – dijo un tercero.
El el colmo del dolor, Nasrudin se puso a pegar alaridos:
– ¡Salid todos de aquí!
– ¡Abandonad esta habitación en el acto!
– ¡Madre, no dejes entrar a nadie a menos que se haya caído alguna vez de una escalera!
Maestro: Si no has sufrido nunca, ¿cómo puedes ponerte en lugar de aquellos que sufren? Es la experiencia la que vale, la teoría no la puede sustituir.
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