Un
cierto día, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de obtener
trabajo.
Habló
con el responsable y éste, al ver el aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo
aceptó sin pensarlo dos veces y le dijo
que podía empezar al día siguiente.
-
Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles.
- El
segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasamente
la mitad del primer día.
- El
tercer día se propuso mejorar su producción, trabajo el doble de horas y
golpeaba lo más duro posible con su hacha aquel árbol. Aun así, los resultados fueron nulos.
El joven se sentía frustrado, pensó incluso
que podría estar enfermo.
Cuando el leñador jefe se dio cuenta del
escaso rendimiento del joven leñador hablo con él, escuchó sus disculpas, excusas y explicaciones, y luego
de pensar unos minutos le preguntó:
-¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu
hacha?
El joven le respondió:
-Realmente,
no he tenido tiempo... He estado demasiado ocupado cortando árboles...
Muchas
veces estamos seguros de estar haciendo el esfuerzo correcto para conseguir algo,
pero en realidad no es así, parafraseando el título de mi blog, “casi nada es
lo que parece”, así que cuando no consiguen el resultado esperado, piensen en
no hacer siempre lo mismo.
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