El síndrome del nido vacío es una sensación general de soledad que los padres pueden sentir cuando uno o más de sus hijos abandonan el hogar. Aunque es más común en las
mujeres, puede ocurrir en ambos sexos.
mujeres, puede ocurrir en ambos sexos.
A lo largo de la etapa de crianza, los padres crean un ambiente especial para los hijos, tanto físico como emocional, ahora cumplen con tareas específicas de educación, cambian las actividades de recreo e incluso los horarios son ajustados a las necesidades de los hijos.
De repente a los padres “les queda muy grande la casa”, sienten como si les “faltara algo” o que todo está muy quieto, ahora experimentan un sentimiento de duelo, ya que han perdido a esos niños pequeños a quienes cuidaron durante más de 20 años. Están atravesando la etapa del nido vacío.
Para algunos padres, la partida de los hijos no tiene mayor impacto debido a que aún trabajan y no sienten la ausencia, pero para otros, la etapa del nido vacío coincide con la jubilación, juntándose ambos cambios de rutina, pudiendo desestabilizarlo, aunque como toda crisis, pueden tomarlo como una oportunidad aumentar de la intimidad y renovar su vida sexual, ya que, por fin y después de tanto tiempo, “hay casa sola”.Normalmente se aconseja que los padres encuentren nuevas actividades y distracciones para ocupar ese tiempo. Sin embargo, algunas depresiones pueden ser muy severas, en cuyo caso se recomienda que se busque ayuda profesional. Algunos padres podrían evitar o aminorar los efectos de este síndrome, entrenándose cuando los hijos se van acercando a la edad adulta, preparando su mente para el momento en que ocurra la separación, de manera que "no les pille de sorpresa". Como padres, se puede pensar en que la separación va a llegar tarde o temprano, así que uno puede pensar y hacer su vida, imaginando que "ya vive sin la presencia de sus hijos", lo que conlleva empezar a pensar y dedicar más tiempo a sus propias amistades, aficiones y ocupaciones, que al cuidado de hijos e hijas. Y al mismo tiempo se puede dedicar a ayudar a sus hijas e hijos a construir unas robustas alas, para que abandonen el nido con ilusión, y les permitan llevar una vida lo más autónoma posible fuera del nido materno.
Laura Maffia
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