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La tripanofobia

 

La tripanofobia es en un trastorno de ansiedad caracterizado por la experimentación de un miedo excesivo e irracional hacia las agujas y otros objetos susceptibles de causar heridas, tales como cuchillos, navajas o alfileres.

Se trata de un tipo de fobia específica que con frecuencia se encuentra relacionada con otras alteraciones fóbicas como puedan ser la traumatofobia (fobia a las heridas) y la HEMATOFOBIA (fobia a la sangre).

No sólo se trata de miedo a una inyección o vacuna, sino la incapacidad del sujeto para la utilización de utensilios punzantes como cuchillos o alfileres, debido al miedo a hacerse daño a sí mismo.

Este tipo de fobia se da especialmente  entre los niños,pero también puede  que aparezca entre los adultos. En cuanto a la población infantil, a veces se opta por la utilización de un método alternativo para la introducción de una sustancia en el cuerpo, que evita el uso de agujas, pero en contrapartida puede resultar un procedimiento bastante más doloroso.

En casos de fobia extrema a las agujas, ésta puede llegar hasta el punto de que una persona opte por la evitación de estas situaciones que le producen terror, pudiendo poner en riesgo incluso su salud al renunciar a vacunas y controles médicos.


síntomas 

Sudoración, reacciones de pánico o desmayos  con la sola visión de las agujas y otros objetos punzantes.

Falta de capacidad para controlar el miedo.


Tratamiento

Son distintas las terapias psicológicas destinadas a su superación, siendo la más empleada la terapia cognitiva conductual.
Esta terapia se basa en el empleo de diversas técnicas y en el concreto caso del tratamiento de las fobias, son las más efectivas las técnicas de relajación y de exposición.

En los casos más extremos, cuando ni siquiera estos tratamientos psicológicos surten efecto, se puede recurrir, junto a la psicoterapia, a la receta de ansiolíticos y relajantes que permitan al paciente reducir el estrés que le produce el tener que ponerse una vacuna.

La tripanofobia, como todo miedo irracional, se puede llegar a controlar e incluso a superar. En el caso de los más pequeños se recomienda no utilizar las inyecciones como amenaza, ser comprensivos, no llevar a los menores engañados a vacunarse, distraerlos en el momento de la inyección para que no piensen en la jeringa 



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